miércoles, 19 de junio de 2013

¿La escuela que queremos? ¿La escuela que queremos tener?

No he sido capaz de dar con una respuesta clara a estas preguntas. Es más, aún tengo más preguntas que cuando empezé. 

No cabe duda de que la sociedad está en constante cambio, y que los medios actuales han revolucionado la fluidez con la que somos capaces de comunicarnos, y de la forma en la que la información llega a nosotros. Sin embargo, la velocidad con la que el mundo a nuestro alrededor cambia es bastante más rápida a la vez que el tiempo pasa. ¿Estamos preparados para tal rápido cambio, o ya nos hemos quedado atrasados? Se siguen dando casos de profesores que siguen al pie de la letra el libro de texto porque dicen que "no les queda otro remedio", "son demasiados alumnos para poder prepararles material", "con el libro de texto tienen lo que hay que aprender", y un largo etcétera.
Ya hemos hablado de este tema en las clases, también en otras asignaturas. No podemos consentir que la calidad de nuestra escuela se vea afectada por conductas de los profesores que "pasan" de lo difícil, que es preparar concienzudamente las clases para que sean lo más fructíferas posibles. Pero ya empezamos con los problemas, ¿demasiados alumnos? ¿alumnos desmotivados? ¿demasiada diversidad? ¿el currículum no me deja hacer lo que quiero? ¿quién nos dice lo que debemos saber o aprender? ¿para qué aprender lo que "aprendemos" en la escuela, si luego en un futuro no nos sirve para ser felices con nuestra ocupación?

Estamos "preparando" a los alumnos para un futuro que desconocemos, con lo cual yo creo que en lugar de enseñar contenidos sin un contexto, deberíamos enseñarlos a aprender. Los contenidos deberían ser la excusa para trabajar las cosas fundamentales en la vida. Y la forma de que aprendan, es haciéndolo. Debemos hacerles partícipes activos de su propio aprendizaje.
Por ello, ¿estamos dejando que se desperdicie el talento de nuestros alumnos si no les brindamos la oportunidad de que se realicen a sí mismos? Me temo que sí.


Es mucho más fácil cambiar la sociedad a través de la escuela. Lo que ocurre dentro de la escuela es un microcosmos de lo que está fuera. La escuela es un pilar fundamental en la sociedad en la que vivimos, y por ello debemos preocuparnos por el "ámbito de excelencia" único de cada uno de nosotros y nuestros alumnos, del que habla Tonucci en la entrevista que hicimos, porque dejarles dedicar tiempo a lo que saben o pueden llegar a saber les permitirá ser más felices. Para mí, ese sería un objetivo pilar, el hacer felices a los alumnos a través de lo que hacen. Ya tendrán tiempo para amargarse, toda la vida.

He vivido situaciones tan surrealistas como la de llegar a mi piso, saludar a los compañeros / as, y que te manden a callar, porque para ellos es más importante el debate de Gran Hermano. Es un negocio, claro está, pero ¿acaso es toda la culpa de la televisión? Las familias tenemos nuestra parte de responsabilidad, y debemos formar parte de la "escuela". Todos somos la escuela, la escuela de la vida. No podemos dejar la función de educar solamente a los maestros y maestras, está claro, pero últimamente los alumnos y alumnas están muy protegidos por las leyes y las familias, es decir, los maestros intentan corregir una conducta mediante el castigo y las familias están fomentando justamente lo contrario.



Ya estamos a fin de cuatrimestre, y sigo sin saber qué escuela queremos para la sociedad en la que vivimos.
Quizás la sociedad no quiera cambiar solo por los intereses de unos pocos. Quizás nosotros somos demasiado insignificantes para cambiar la sociedad, pero, realmente, somos la sociedad.

miércoles, 15 de mayo de 2013

¿Se puede medir el aprendizaje?

Creo que por mucho que nos empeñemos, no hay forma exacta de saber qué exactamente están aprendiendo nuestros alumnos. Lo primero, que no evaluamos, sino calificamos: en muchas ocasiones interpretamos las calificaciones (exámenes, pruebas, tareas, etc.) como la prueba de nuestro aprendizaje. Desde luego, en el papel se demuestra si el alumno es capaz de responder a lo que se pregunta, que al fin y al cabo es lo significativo que requieren las pruebas estándares, pero ¿y lo que no se pone en el papel? Eso no se puede saber.
La calificación como yo la he sufrido, atiende claramente a los contenidos y nunca al proceso que yo he seguido. Con el paso del tiempo en determinadas asignaturas, he llegado a temer la calificación de los exámenes, es decir, he llegado a dejar preguntas en blanco porque a la que estoy contestando no tengo la certeza de estar haciéndolo de la forma que al profesor le gusta, o bien porque ésta pregunta vale 4 puntos y la otra 1, dándole prioridad a la de 4. De ésta forma, consiguen que nos aburramos y nos centremos en repetir y repetir de la misma forma que nos explican en clase. En definitiva, perjudica el proceso de enseñanza-aprendizaje (documento de Paco Espadas) porque se espera una respuesta concreta del alumnado, y en parte, de eso va a depender su futuro.

Alternativas a la evaluación como la conocemos, como las rúbricas (evaluación por competencias) [Entrevista a Esther Mena] sirven de guía para el alumno, diciéndole qué se va a evaluar y en qué medida se va a calificar cada apartado de la rúbrica. El alumno va a saber con seguridad qué se va a evaluar. En gran medida, hace más sencillo el trabajo de revisar todas las partes puesto que están separadas. Pero personalmente, creo que si les decimos a los alumnos qué es lo que queremos, se molestarán en responder a eso precisamente para obtener la máxima calificación posible, dejando de lado su lado más creativo, porque si lo que importa es lo que se pide, ¿para qué la creatividad? seguimos en las mismas.

Demostrado está que la objetividad es muy difícil encontrarla, y puesto que los exámenes no son lo más objetivo que podríamos hacer, la evaluación incluyendo actividades, entrevistas, trabajos grupales, reflexiones, etc. es mucho más cercana y adaptada al alumno que a base de controles y exámenes calificados a partir de los contenidos. Teniendo en cuenta ésto, veo mejor un método de evaluación que se acerque al e-portafolios, porque entran en juego muchos más aspectos de la vida educativa de forma consistente como familia, grupos educativos, el entorno, y se valora la contribución de los alumnos en el proceso de su aprendizaje.

Nunca llueve a gusto de todos, y si por mí fuera, no habría calificación en la escuela por varios motivos, entre ellos que la calificación, como dije en mi anterior entrada, contribuye a hacer una selección del alumnado para clasificarlos posteriormente y que de ello dependa su futuro laboral. Por eso, creo firmemente que se deben valorar nuestras capacidades para mejorar a través de la evaluación. Pero eso no se consigue con un exámen.

martes, 7 de mayo de 2013

Motivación

¿En que consiste tratar de proveer las mejores condiciones para que se produzca el aprendizaje?
Como dice en el post de "grandof", la motivación es un factor que más influye en el aprendizaje. Aún así, creo que es un factor propio e individual de cada indivíduo, pues la motivación se ve afectada desde puntos externos e internos a nuestra persona; y un factor al que pueden llegar a alterar otras personas como en este caso, el profesor.
Así pues, tendremos en nuestra mano la posibilidad de motivar a nuestros alumnos siempre que se dejen, puesto que esto de la motivación forma parte de los propios alumnos, y a veces, con nuestra ayuda. La motivación debe salir de ellos, pero nosotros podemos darles motivos para estar motivados. Es aquí donde entra nuestro juego. Una buena técnica, por ejemplo, es la de establecer una dificultad razonable para realizar una tarea, que permita algunos resultados positivos a muy corto plazo para conseguir una atención a la tarea constante, aunque también hay que mantener un nivel acorde a la madurez de los alumnos. Así pues, también creo que es conveniente valorar la forma de realizar las tareas ya que cada individuo la hará de una forma diferente pero no tiene por qué ser errónea. Hacerles sentirse útiles, dejarles experimentar.

Pero, ¿y ese alumno que viene predispuesto a estar desmotivado? ¿Y ese niño que está pensando que en cuanto llegue a su casa sus padres discutirán como de costumbre y tendrá que esconderse debajo de la cama asustado? ¿Y ese niño que vive en un barrio marginal, y no hace otra cosa que pensar en la miseria que le rodea? En ese caso, considero un éxito el hecho de que nosotros, los profesores, mediante una tarea, a la vez que entretenida y lúdica, pueda hacerles evadir por un rato la situación en la que se encuentran. En ese caso creo que importa poco cómo estén orientados los pupitres, sino las ganas que hacemos en el alumno despertar para aprender una tarea o algo que les pueda ayudar en el día de mañana.
Aparte de todo esto, creo que la motivación de cada niño es muy diferente a la de otro semejante, y se ve afectada por diversos factores que pueden o no tener algo que ver. Por eso, nuestra labor motivadora debe intentar satisfacer a toda la clase, reforzando a aquellos alumnos en los que tengamos sospecha de que no están motivados. Creo que si les hacemos ver que lo que les vamos a enseñar les va a servir en un futuro no muy lejano, con actividades ciertamente adecuadas a su edad y lúdicas, dándoles un puesto activo en la actividad, conseguiremos mucho más fácilmente su motivación.

Muchas veces, le damos demasiada importancia a lo que hay que enseñar, es decir al contenido (de sobra sabemos que ahora los alumnos pueden obtener muchísima información de la red, con mucha más calidad de la que nosotros podemos ofrecer en cuanto a los contenidos y conceptos), frecuentemente fuera de contexto, y no al proceso de aprendizaje; y frecuentemente, exigimos al mismo tiempo a los alumnos un mismo nivel de exigencia de contenidos cuando todos sabemos que tenemos nuestro propio ritmo de aprendizaje. Sumado a esto lo que dije en mi entrada anterior, la enseñanza programada ayuda a cumplir ese objetivo de selección de alumnado. Debemos tener presente de lo que manejamos en la escuela son alumnos, futuros ciudadanos, y ahora con las nuevas tecnologías que tenemos en nuestras manos podemos dar un giro a la función de la escuela para preparar a personas con simulaciones reales (recuerdo el ejemplo que ponía sobre las reglas ortográficas: "hay alumnos que aprenden las reglas de ortografía de memoria y sin embargo luego no saben aplicarlas cuando escriben") para que el aprendizaje sea efectivo y fructífero, puesto que esas situaciones serán seguramente más divertidas y entretenidas para nuestros alumnos, y por lo tanto captaremos más su atención y motivación.

jueves, 4 de abril de 2013

Evaluación

Estamos en una sociedad en la que es indispensable tener una ocupación. Desde aquí, digo entonces que la función a largo plazo de la escuela es prepararnos para ocupar un puesto de trabajo en un futuro. Desgraciadamente me ha tocado verlo de esta manera pero creo que no podría ser de otra forma en el mundo que vivimos, puesto que en un mundo que se mueve por el dinero no queda más remedio que ganarlo a través de un empleo, y a éste empleo es a lo que las escuelas nos están preparando de alguna u otra manera desde que entramos en la guardería.
Entonces, ¿es la evaluación, como dice nuestro profesor, una mentira? Depende desde donde se mire. Podría ser, que la evaluación sólo tenga en cuenta los aspectos más académicos y tenga muy poco en consideración las cualidades de cada uno, y que la evaluación sea a niveles generales un sistema de clasificación para determinar que somos dóciles y estamos entrenados para lo que se nos proponga en un puesto de trabajo. Entonces, ¿estamos desperdiciando nuestro talento? ¿quién nos dice lo que debemos saber o aprender? ¿para qué aprender lo que "aprendemos" en la escuela, si luego en un futuro no nos sirve para ser felices con nuestra ocupación?
Lamentablemente, como está diseñada la sociedad, es poco probable que esto cambie a corto plazo.